sábado, 8 de junio de 2013

Ahorro para la jubilación: hay vida más allá de los planes de pensiones

Tienen una fiscalidad poco atractiva

Planificar la jubilación con esmero se ha convertido en algo esencial. Más todavía en un escenario como el actual en el que la crisis, la elevada tasa de paro y el incremento de la esperanza de vida son unos factores difíciles de cuadrar en la compleja ecuación de las pensiones.

El viernes se reunieron por última vez los doce expertos nombrados por el Gobierno para aprobar el documento definitivo sobre la cacareada reforma de las pensiones y, antes de que se conozca el texto final, una cosa es clara: los jubilados tendrán que apretarse tres
agujeros más el cinturón.

Según los borradores que han venido circulando, todo apunta a que la esperanza de vida será una variable más que relevante en el cálculo de la pensión inicial. Además, la revalorización de la cuantía dejaría de actualizarse con el IPC, para hacerse en función de los ingresos y los gastos del sistema.

Por este motivo, los expertos coinciden al considerar que contar con una jubilación “desahogada” debe ser un objetivo prioritario y cuanto antes se empiece a planificar el futuro, mejor. Sin embargo, no todo vale a la hora de ahorrar con vistas a la jubilación.

Los planes de pensiones son sólo la alternativa más popular pero, teniendo en cuenta que sus rentabilidades son bajas y que en el momento de su recuperación los impuestos que hay que pagar son elevados, hay otras muchas opciones que conviene tener en cuenta a efectos de aminorar la carga fiscal y rentabilizar las aportaciones periódicas.

Félix González, director de la eafi -empresa de asesoramiento financiero- Capitalia Familiar, asegura que, por regla general, evita recomendar a sus clientes que inviertan en planes de pensiones. "La rentabilidad que ofrecen no es atractiva por regla general a excepción de algunos casos que invierten en activos de países como Estados Unidos".

González también alude al duro peaje que tiene que hacer frente el cliente con Hacienda al liquidar su plan de pensiones. "En un caso real que hemos gestionado, un cliente con unos 100.000 euros ahorrados que puede optar a la pensión de jubilación máxima debe hacer frente a una carga impositiva que ronda el 35% del total".

En esta misma línea, José Miguel Mate, portavoz de EFPA, cree que "se pone de relevancia la poca cultura financiera que hay en España. Muchos clientes suscriben planes de pensiones simplemente por el regalo en especie que da la entidad financiera de turno a pesar de que las rentabilidades no son las más recomendables".

Huir de los comerciales de las entidades


La clave para no llevarse sorpresas desagradables en el futuro es buscar un asesoramiento lo más independiente posible basado en la arquitectura abierta. Y es que la primera premisa es desconfiar de las entidades que ofrecen sus propios productos porque en esa práctica entra en juego el conflicto de intereses.

En segundo lugar, un aspecto que se debe tener en cuenta es el perfil de riesgo de cada ahorrador y elegir los productos en función de la situación de los mercados y los años que falten para alcanzar la jubilación. En este sentido, José María Luna, director de análisis financiero de Profim, explica que “como norma general, cuantos más años falten hasta la jubilación, más agresiva puede llegar a ser la política de inversión”.

Además, los productos variarán en función de los ingresos, tanto personales como familiares. Por ejemplo, “si una persona no llega a 50.000 euros al año, que ni se plantee la posibilidad de un plan de pensiones”, afirma David Rey, asesor financiero de Optima Financial Planners. Dicho esto, en el mercado hay varias alternativas a los planes de pensiones y que no son excluyentes:

Planes de Previsión Asegurados (PPA)


Los PPA son seguros de vida destinados a constituir un capital que se percibe en el momento de la jubilación. Su régimen jurídico y fiscal se asimila al de los planes de pensiones y su funcionamiento y características también son iguales. La diferencia entre los dos productos es que el PPA ofrece un tipo de interés garantizado. Por lo tanto, no existe posibilidad de perder el capital invertido. “Consideramos que estos productos son adecuados para inversores conservadores o que les resten cinco o menos de cinco años para jubilarse”, asegura Luna.

Planes Individuales de Ahorro Sistemático (PIAS)


Los PIAS son seguros individuales de ahorro a largo plazo cuya finalidad es ir pagando primas para constituir una renta vitalicia asegurada que podrá percibirse a partir de una edad señalada en el contrato.

Cuando se cobra la prestación como renta vitalicia, los rendimientos generados están totalmente exentos de impuestos, siempre que el cobro de la renta empiece como mínimo diez años más tarde que el pago de la primera prima; que el tomador del seguro, asegurado y beneficiario sean la misma persona; y que las primas pagadas no superen, por un lado, los 8.000 euros anuales y, por otro, 240.000 euros en total.

Otra característica diferenciadora de los PIAS es que su disfrute no está ligado a los supuestos de jubilación, incapacidad laboral, fallecimiento y gran dependencia, como ocurre en los planes de pensiones y en los PPA.

“Tienen la ventaja de que a medida que se cumplen años se obtienen más reducciones como capital mobiliario”, explica Rey. “El riesgo reside en que las aseguradoras principalmente trabajan con bonos soberanos y es fundamental saber con qué aseguradora se firma”, añade.

El seguro de jubilación


Son seguros de vida mixtos, es decir, combinan una prestación en caso de muerte y otra en caso de supervivencia. La prestación se puede recibir en forma de capital, renta temporal o renta vitalicia.

No existen límites para el importe de las primas y tienen liquidez absoluta, aunque las entidades aseguradoras cobran gastos por la desinversión anticipada. No hay que esperar a los 65 años, ni a que pase ningún plazo determinado para poder recibir la prestación.

Fondos de inversión


Los expertos coinciden en que los fondos de fondos son los productos más atractivos para diversificar y rentabilizar los ahorros. Además, se adaptan al perfil de cada inversor y el abanico de productos va desde los más agresivos a los más conservadores. En cuanto a la fiscalidad, mientras se mantenga el dinero en los mismos no generan plusvalías.

Jugar con la fiscalidad en los planes de pensiones


“El único atractivo del plan de pensiones es por una mera cuestión fiscal y si el saldo neto con Hacienda es a pagar”, explica Víctor Alvargozález, director de inversiones de Tressis. En estos casos, las prestaciones tributan como rendimientos del trabajo personal en el IRPF, que actualmente tiene una base imponible de entre el 24,7% y el 52%, salvo en algunas comunidades como Cataluña, donde alcanza el 56%.

En lo que respecta a las aportaciones, estas permiten a los ahorradores beneficiarse de una reducción en la base imponible de IRPF, aunque con límites. Existen dos topes: uno cuantitativo y otro porcentual, y se toma como referencia el que primero se alcance. En el cuantitativo, el máximo deducible son 10.000 euros anuales -salvo para los partícipes mayores de 50 años, para los que el límite son 12.000 euros-. El límite porcentual es la cifra equivalente al 30% de la suma de los rendimientos del trabajo y las actividades económicas, que para los mayores de 50 años se amplía hasta el 50%.

Caso distinto es el de los fondos de inversión, otro vehículo recomendado por los expertos con vistas al ahorro para la jubilación. En términos fiscales sólo tributan cuando se reembolsa (no mientras se está invertido) y siempre sobre la escala impositiva fija de la base del ahorro, que actualmente asciende al 21% por un importe de hasta 6.000 euros, al 25% de 6.000 a 24.000 euros y del 27% a partir de 24.000 euros. Cabe señalar también que los traspasos entre fondos no tienen peaje fiscal alguno.

Fuente: El Confidencial.com

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